Le había estado dando importancia a cosas que realmente no lo valían.
Había subido en un pedestal a un abyecto comesolo (no sé porqué me vinieron esos calificativos a la mente). Había dejado de lado la tranquilidad (más no pasividad) que me caracteriza.
Así que decidí tomar el toro por los cuernos y cumpliendo con mi filosofía de vida, decidí decir las cosas tal cual las sentía a la persona que estaba permitiendo que me afectara...ya le estaba dando más poder que el que algún día creí darle.
Después de vomitar las palabras que obstruían mi respirar, me di cuenta que no había por qué seguir...vamos a dos pasos distintos, y no comparto tu forma de pensar.
He decidido dejar ir esa energía y volver a sonreír, así es que ya no tienes más importancias que la que tú mismo te otorgas...
Los ríos mismos cambian, y como el buen Heráclito decía, un río no siempre es el mismo, el fluir de sus aguas lo hacen ser otro río muy distinto, incluso su propia esencia cambia. Así las cosas y las personas que no son lo suficientemente aguerridas o importantes para quedarse, y eso se agradece, porque los que se quedan, los que permanecen ahí, a pesar de las fuertes corrientes, son los que valen la pena, y los que se encuentran debajo de los ríos, ahí en el fondo, brillando a través de las cristalinas ondas, son los más valiosos; y además puedo decir, que entre más pasa el tiempo, se fortalecen aún más los hilos invisibles (como los que menciona Nietzsche)... y bueno, dejando ya de debrayar...estoy tranquila, respiro y por ahora nuevamente, una vez más, como buena testaruda que soy, seguiré con los proyectos personales.
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